domingo, marzo 13, 2005

Cavando fosas

Hay muchas cosas que han muerto hoy por hoy. Por un momento creí que me hundía. Por un momento, pensé que la muerta era yo. Que sería yo. ¿Quién no ha pensado en algún instante, que lo mejor sería cortarse las venas y descansar de este mundo viejo y taimado? Algunos como yo lo hemos pensado alguna vez. No me tiro ningún farol, eso, para los que gustan de destacar y hacerse los románticos.
No obstante, todo ha pasado. Y aprendido dos lecciones muy valiosas: una, saber quiénes son tus amigos; otra, que la muerte siempre puede llegar. Que para morir, hay tiempo. Que es una opción como cualquier otra, una opción egoísta, sí. Pero sincera; no es un grito de socorro tras el velo del victimismo. Es un grito de basta, hasta aquí. A partir de ahora, entraré en otra dimensión, en la que vosotros, y sobre todo yo, no existiré.
Humm... me apetece un poco de hummus fresco, con limón, pan y un té árabe en un vaso de cristal.
La comida rica es una de las razones bonitas por las que vivir. Algo tan cootidiano y a la vez con tantas posibilidades. La comida, costumbre y arte. Una de las pocas cosas que pueden elevarse a lo divino y sucumbir a lo más mundano. Lo otro podría ser el sexo, no? Aunque no es imprescindible para sobrevivir, por mucho que digan. ¿Qué hacemos cuando no tenemos sexo, pues? Comer chocolate. La comida, el cine, y la literatura. 3 cosas para las que seguir viviendo puede ser una experiencia interesante.
Mejor que leer, ver películas y comer, es hacerlo con gente a la que quieres, aprecias, amas. Un placer compartido siempre es más placer. Pero cuidadín con quien lo compartes. Compartir placer siempre es fácil. Compartir agonías... Es curioso. Compartir agonías.
Compartir sufrimiento tiene dos vertientes: una, la persona (o personas) con las que cuentas para superar estos problemas, dos, la persona (o personas) con las que cuentas para que te escuchen y consuelen (cada una a su manera). Es muy difícil encontrar al primer tipo de persona. Sólo las circunstancias pueden convertirla en la que te salve de la negrura; asimismo, por mucho que el segundo tipo de persona tenga buenas intenciones, las palabras, las risas, son importantes. Pero si te encuentras un buen día en una cuneta, necesitas más que palabras para recuperarte.
¡Y qué fácil para el burgués, el intelectual, o el bienintencionado en general, es ofrecerte consuelo, cuando lo que necesitas es sustento! Cuando lo que necesitas no es su compasión, sino sobrevivir. Sobrevivir a la muerte, que te agarra con manos frías por los tobillos.
"Sal. Diviértete. Ríete." dicen.
"Háblanos de ello. Te consolaremos. Somos amigos, no?" dicen.
"Olvídate de todo." dicen.
Bueno, pero es que yo sólo quiero morirme. Olvidarme de todo, sí. Para siempre. Sí, somos amigos. ¿Conoces una forma indolora de morir? ¿Salir? Sí. Hoy saldré por última vez.
Y bueno. Frases del tipo: "no hay para tanto, los hay que están peor, y mira, salen para delante". Eso es como decir: "es un capricho, lo tuyo. Debería darte vergüenza. Hay gente mucho más desgraciada y..."
Sin problemas. Sin ofender, pero.. a mí qué coño me importa? Mi acto es un acto de sinceridad.
Si aún pensara en ello, no lo estaría escribiendo aquí. Porque mi salvación ya ha llegado, y sólo me queda hablar como una especie de mesías de pacotilla sobre mi descenso al microondas de Dante. Y porque no busco consuelo ni palabras vacías. Porque hablar de ello por aquí habría sido un acto victimista e impropio. Puesto que cuando quieres acabar, lo último que quieres es que te convenzan de lo contrario.

Hoy por hoy estoy contenta. He aprendido y estoy tranquila. Ha muerto mi yo oscuro y ya no queda nada. Ahora sólo queda una persona completamente diferente. Sé lo que puedo esperar de cada persona. Sé que, en general, no puedo esperar absolutamente nada.

No me lamentaré nunca más. He podido comprobar la fatuidad de los que se lamentan. El egocentrismo sólo se alimenta a sí mismo. Tiene una serie de satélites que le ayudan a tener cosas para explicar. Es curioso. Yo he sido así. Qué estupidez.

Ayer salí y estuvo genial. Hacía tiempo que no iba a bailar (unas dos semanas), no tenía muchas ganas la verdad, y ayer por fin me animé. ¡Mi corazón! ya está tranquilo. Mi alma, llena de interesantes perspectivas. Mi espíritu... decepcionado. Pero.. tirando, hasta el día que la palme.

Sección de fosas comunes:

No te preocupes, a partir de ahora, seré una bohemia auténtica. Vivir en un barco, tener un portátil y una cámara digital me ayudará. Puedes venir cuando quieras. Haremos un zumo de mango, beberemos en la noche marina y contaremos a los petardos del maremagnum. Y si no funciona, un viajecito cruzando el océano.
Si todo esto falla, y si falla mi alma, ya veremos.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Aunque guiado por las opiniones de los demás siempre creí (que no pensé) que el suicidio era algo cobarde, ahora pienso que es todo lo contrario. Atreverse a morir. Hay que ser valiente.

Tus amigos y tú misma, supongo que eso será lo que te salvará. Al menos es la esperanza que a mí me queda...

Desde ahora, Marsella está marcada mentalmente como ciudad funesta.

Saludos.
!!

15 de marzo de 2005, 2:57  

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