Mi relación con la R
Tomar decisiones es muy difícil; llevarlas a cabo, casi imposible.
Empezó desde mucho antes de que yo fuera realmente yo. Antes de tener consciencia de una, antes de tener consciencia de la tragedia que es el mundo. Por supuesto, mucho antes de llegar a la frikez; aunque quizás llegó con la "R", quién sabe.
R por mi primer amor. Mi primer amor fue a los 10 años. Antes había habido cosas, es cierto; en el patio del colegio ¿quién no ha experimentado? Me he dado besitos con niños imposibles, y está claro que ellos se los dieron conmigo. Luego, todo se olvida. Pasa el tiempo y crees que nadie te quiere. Y quizás es cierto porque... ¿a quién quieres tú? Sólo a ti. Y a veces ni eso.
R por él; él era maravilloso, un niño sorprendente. Siempre tenía la última palabra para todo, era un desastre en los deportes y tenía el pelo rizado; parecía de lana. Lo llevaba muy corto y a mí me parecía horrorosamente feo. R es tan feo, mamá. R necesitaría unos retoques aquí y allá.
Pero le quiero tanto.
Como me gustaba R, nunca llegué a ser totalmente sincera con él. Me hacía la interesante. A él le gustaba; jugábamos a cosas que ahora sonarían retro. Él era el doctor Who, y yo Sara. Los demás que se juntaban, eran los daleks, y demás seres: sacerdotes, monstruos de los pantanos, secundarios varios... obviamente las otras niñas no participaban. A las niñas no les gustaba la ciencia ficción. Recuerdo un día en el que estábamos en el patio, comentando que en TV3 habían eliminado la serie. Hablamos de escribir una carta quejándonos. Nunca lo hicimos.
Aún no he logrado quitarme del todo de la cabeza al señor R; a veces escribo su nombre en el Google, pensando que, siendo como era, debe ser ya famoso. Pero no sale... ¿qué habrá sido de él?
R se hizo mayor y su interés por mí y las frikadas fue sustituido por su interés en las hormonas y mi amiga guapa. Al final las hormonas ganaron la batalla, creo. Pero así y todo... A pesar de todo, R aún se acuerda de mí. Hace años, me llamó; pero en aquél entonces yo ya tenía a otro R en la cabeza.
El segundo R fue en el instituto. Fue mi más querido R, y mi más odiado. Mi más turbulenta, tortuosa, apasionada relación con la R. Tengo la teoría que por culpa suya aún no puedo confiar del todo en los hombres. Bueno, no es que sea culpa suya del todo... quizás mi forma de ser no ayudó. Con 15 años haces muchas tonterías. Mi tontería con él hizo que mi corazón se marchitara prematuramente. Después de aquello, mis otros desvaríos amorosos (incluidas dos relaciones largas) no han sido tan traumáticos como podía esperarse. Decir que después de aquello asumí que no podría amar a nadie más como a él parece bastante increíble, pero me temo que es lo más realista. Aún recuerdo, a veces, sus ojos verdes, que tenían la virtud de confundir el pensamiento y convertirlo en anhelo. Él era mi mejor amigo, mi amor platónico, mi amante secreto. Nos amábamos en silencio; fantaseábamos y nos cogíamos de la mano. Un día me dijo que me quería. Yo le dije que no dijera bobadas, que era imposible. Me giré y me fui, con un nudo en la garganta, un nudo del que aún no me he liberado del todo. Las circunstancias estuvieron en nuestra contra, y jamás pude corresponderle con la verdad.
Lo que pasó después con R fue una pesadilla que duró más de un año. Yo aún era una niña, y una niña muy mimada. El no reiterado, cada vez más cruel e inevitable, me destrozó por dentro. Recomponerme ha sido la razón de mi posterior adolescencia.
A él también le he puesto alguna vez en el Google, y él sí que sale. Es curioso; un chico tan insignificante, cuya mayor virtud era que me hacía reír (y esos ojos, inolvidables), parece que es famoso y respetado en "lo suyo". Adorable R, te deseo la mejor suerte.
R por mi mejor amiga. Una de mis mejores amigas. Era una chica peculiar y poco valorada por sus amigos; curiosamente, a mí, que era su enemiga, me parecía muy lista y graciosa. Por alguna razón, nos odiábamos. Ella me criticaba a matar, y yo me reía de ella y la dejaba en ridículo cuanto podía. Claro que teníamos 15 años; quedábamos a menudo y luego rajábamos la una de la otra con quien tuviéramos más a mano.
Hubo un día en el que todo cambió. No sé exactamente qué pasó. De repente, éramos amigas. A pesar de que estábamos a años luz y que ella detestaba lo que yo amaba y al revés. A pesar de los pesares, nos tomamos un afecto sin fisuras. Todos esos puñales que nos clavamos nos hicieron más fuertes, con la convicción de que nada podría separarnos. Nada.. ni siquiera el tiempo.
Decir que nunca han existido dos personas más diferentes que nosotras dos sería absolutamente cierto. A ella le gustaba la música maquinera, los tíos, y en fin, paso de dar detalles escabrosos. Su perro me tenía un cariño muy especial (o sea, me odiaba), y su comida favorita eran los buñuelos de cerebro. Creo que por eso es tan inteligente.. ¿De algo tiene que venir, no? Yo, por ejemplo, no he comido cerebro jamás, y así soy de lenta.
R y yo teníamos algo en común: el teléfono. Hablábamos por teléfono durante horas, no miento, eran realmente horas. Claro que entonces no había internet ni móviles ni cosas así. Éramos el terror de los teléfonos. ¿Alguien se acuerda de cuando las conversaciones de otros se acoplaban tan facilmente en la tuya? Recuerdo haber mantenido una conversación a tres sin llamar al party line. Qué curioso... Sí, había la típica broma de "nos espían" y demás, el Gobierno interviene nuestra línea... blablabla. Por eso nos gustaba Expediente X.
R de una amiga reciente. A ella a penas la conozco pero estoy en condiciones de decir que es una de las mejores personas con las que he tenido el gusto de hablar/relacionarme. Es buena, así de simple y así de complicado. Es buena persona hasta el final. Una de esas a las que jamás podrías envidiar, odiar o simplemente sentir rencor, porque puedes confiar en ellas hasta la muerte. Sabes que estarán allí, que nada, ni siquiera un problema, podrá alejarlas de tu lado si tú tienes uno. O aunque no lo tengas. Al mismo tiempo, te sientes mejor persona a su lado, como si tú misma mejoraras por el sólo hecho de estar a su lado, apoyarla, o simplemente observarla.
Yo creo que de ese tipo de personas encuentras a un par o tres en toda tu existencia. Yo ya tengo dos en mi lista. La otra hace años que no la veo, pero aún recuerdo su voz y hasta su olor. Pero ella no es R... :-)
Mi última R es un chico. Pero de él no hablaré ahora, porque la mayoría ya le conoceis :o)
P.D: no pongo los nombres por un mera cuestión de timidez :)