pacman
Está claro que el gran juego es el pacman. Después del pacman vino todo lo demás. Con el pacman, vimos lo que era la vida. Con el pacman, experimentamos las primeras alegrías carnívoras. Los primeros fantasmas verdes se murieron con el pacman. Había de muchos colores, eran como extensiones modernas de los sugus y lacasitos.
el pacman
Íbamos todos juntos a la sala de juegos de al lado. Con un tubo de sidral, galletas príncipe y tigretones. Jugábamos a todo aquello tan antiguo. Personalmente, yo me aburría y me dedicaba al pinball.
Después de eso, resulta que nos compramos un ordenador de un quilo de pesetas. Un quilo, un quilo. La pantalla era una gran pecera y la impresora hacía un ruido de mil demonios, aparte de imprimir a puntitos.
Me instalaron un pacman. Recuerdo ir al estudio a hurtadillas, por la noche, y tapar con una almohada la CPU para que mis padres no oyeran el ruido que hacía el pacman. Ñami ñami. ¡Tiu tiu! ¡Pfrrrrrrrrzzzzvvvvvvv! ¡Tuu tuu tuu! ¡Tacatacatacataca! ¡Chiuchiuchiu! Etc. Etc.
Pacman era mi vida nocturna. Pasar de nivel era algo soberbio. Era como la vida misma. Por un lado, el comecocos escurridizo y hambriento, escapando de los malos malignos malosos. Por el otro, los malos malignos malosos que, no pudiendo escapar a su naturaleza inherentemente mala maligna malosa, perseguían al pobre comecocos ardientes de su carne pixelada y maravillosamente amarilla.
¡Qué tiempos aquellos! ¿Cuántas partidas jugadas? Muchas. Y con muuuucho patosismo, la verdad. Pasar de nivel también era como la vida. Difícil y traumático. Si lograbas pasar con muchos puntos, más fácil lo tenías; o sea, si eras un buen estudiante, centrado y con muchas ganas de currar, con las metas muy claras y la vida planeada en línea recta, tenías más probabilidades de salir airoso al siguiente nivel. Por el camino te daban manzanitas, frutas variadas y monedas... Los fantasmitas intentaban vencerte, pero tú te girabas y les dabas buenos consejos. Aunque era tan fácil dejarse comer!!!!
Pacmans!!! Por todas partes. En mi cabeza, monstruitos fosforescentes multiplicándose y iendo de un lado para otro, como ratas huyendo de un monstruo sin nombre (referencia claramente lovecraftiana).
Las ratas que anidan en nuestros recónditos pasajes mentales son de naturaleza siniestra, si bien las hay de sabias y hasta simpáticas. Esas llevan gafas y leen el periódico, incluso antologías de Poe. Pero no se cortan un pelo a la hora de mascar carne humana. No lo olvidemos... aunque yo hablaba de un juego de ordenador. ¿Qué coño hago ahora hablando de ratas? Ays.. estoy petada.
Me voy, que he quedado con gente friki.
¿A destacar de ayer? El director del festival, disculpándose. ¡¡¡Qué pena no llevar grabadora!!! Y la inconmensurable obra maestra Marebito, no os la perdais. Sobre todo tú, Juan, te encantaría.
spoilerjajajaspoiler
2 Comments:
Seguro que le gusta, sale nuestro bebé!
Ah!, y ya veo que tu complejo de Peter Pan es mayos que el mío!
Me han hablado de marebito... Aunque de momento evito el mar (... olvidad esta frase). Tal vez algún día, si tengo tiempo, dinero, ganas, etc la intente ver...
Sobre videojuegos, a mí me enganchaban mucho el arkanoid, el tetris y sobretodo el lemmings! Aunque yo me pasé pronto a las aventuras gráficas (ese Indiana Jones & the last crusade, o & the fate of Atlantis! ese Monkey Island! la saga de Space Quest! etc...)
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