viernes, marzo 18, 2005

Mi relación con la R

Tomar decisiones es muy difícil; llevarlas a cabo, casi imposible.


Empezó desde mucho antes de que yo fuera realmente yo. Antes de tener consciencia de una, antes de tener consciencia de la tragedia que es el mundo. Por supuesto, mucho antes de llegar a la frikez; aunque quizás llegó con la "R", quién sabe.

R por mi primer amor. Mi primer amor fue a los 10 años. Antes había habido cosas, es cierto; en el patio del colegio ¿quién no ha experimentado? Me he dado besitos con niños imposibles, y está claro que ellos se los dieron conmigo. Luego, todo se olvida. Pasa el tiempo y crees que nadie te quiere. Y quizás es cierto porque... ¿a quién quieres tú? Sólo a ti. Y a veces ni eso.

R por él; él era maravilloso, un niño sorprendente. Siempre tenía la última palabra para todo, era un desastre en los deportes y tenía el pelo rizado; parecía de lana. Lo llevaba muy corto y a mí me parecía horrorosamente feo. R es tan feo, mamá. R necesitaría unos retoques aquí y allá.
Pero le quiero tanto.
Como me gustaba R, nunca llegué a ser totalmente sincera con él. Me hacía la interesante. A él le gustaba; jugábamos a cosas que ahora sonarían retro. Él era el doctor Who, y yo Sara. Los demás que se juntaban, eran los daleks, y demás seres: sacerdotes, monstruos de los pantanos, secundarios varios... obviamente las otras niñas no participaban. A las niñas no les gustaba la ciencia ficción. Recuerdo un día en el que estábamos en el patio, comentando que en TV3 habían eliminado la serie. Hablamos de escribir una carta quejándonos. Nunca lo hicimos.
Aún no he logrado quitarme del todo de la cabeza al señor R; a veces escribo su nombre en el Google, pensando que, siendo como era, debe ser ya famoso. Pero no sale... ¿qué habrá sido de él?
R se hizo mayor y su interés por mí y las frikadas fue sustituido por su interés en las hormonas y mi amiga guapa. Al final las hormonas ganaron la batalla, creo. Pero así y todo... A pesar de todo, R aún se acuerda de mí. Hace años, me llamó; pero en aquél entonces yo ya tenía a otro R en la cabeza.

El segundo R fue en el instituto. Fue mi más querido R, y mi más odiado. Mi más turbulenta, tortuosa, apasionada relación con la R. Tengo la teoría que por culpa suya aún no puedo confiar del todo en los hombres. Bueno, no es que sea culpa suya del todo... quizás mi forma de ser no ayudó. Con 15 años haces muchas tonterías. Mi tontería con él hizo que mi corazón se marchitara prematuramente. Después de aquello, mis otros desvaríos amorosos (incluidas dos relaciones largas) no han sido tan traumáticos como podía esperarse. Decir que después de aquello asumí que no podría amar a nadie más como a él parece bastante increíble, pero me temo que es lo más realista. Aún recuerdo, a veces, sus ojos verdes, que tenían la virtud de confundir el pensamiento y convertirlo en anhelo. Él era mi mejor amigo, mi amor platónico, mi amante secreto. Nos amábamos en silencio; fantaseábamos y nos cogíamos de la mano. Un día me dijo que me quería. Yo le dije que no dijera bobadas, que era imposible. Me giré y me fui, con un nudo en la garganta, un nudo del que aún no me he liberado del todo. Las circunstancias estuvieron en nuestra contra, y jamás pude corresponderle con la verdad.
Lo que pasó después con R fue una pesadilla que duró más de un año. Yo aún era una niña, y una niña muy mimada. El no reiterado, cada vez más cruel e inevitable, me destrozó por dentro. Recomponerme ha sido la razón de mi posterior adolescencia.

A él también le he puesto alguna vez en el Google, y él sí que sale. Es curioso; un chico tan insignificante, cuya mayor virtud era que me hacía reír (y esos ojos, inolvidables), parece que es famoso y respetado en "lo suyo". Adorable R, te deseo la mejor suerte.

R por mi mejor amiga. Una de mis mejores amigas. Era una chica peculiar y poco valorada por sus amigos; curiosamente, a mí, que era su enemiga, me parecía muy lista y graciosa. Por alguna razón, nos odiábamos. Ella me criticaba a matar, y yo me reía de ella y la dejaba en ridículo cuanto podía. Claro que teníamos 15 años; quedábamos a menudo y luego rajábamos la una de la otra con quien tuviéramos más a mano.

Hubo un día en el que todo cambió. No sé exactamente qué pasó. De repente, éramos amigas. A pesar de que estábamos a años luz y que ella detestaba lo que yo amaba y al revés. A pesar de los pesares, nos tomamos un afecto sin fisuras. Todos esos puñales que nos clavamos nos hicieron más fuertes, con la convicción de que nada podría separarnos. Nada.. ni siquiera el tiempo.
Decir que nunca han existido dos personas más diferentes que nosotras dos sería absolutamente cierto. A ella le gustaba la música maquinera, los tíos, y en fin, paso de dar detalles escabrosos. Su perro me tenía un cariño muy especial (o sea, me odiaba), y su comida favorita eran los buñuelos de cerebro. Creo que por eso es tan inteligente.. ¿De algo tiene que venir, no? Yo, por ejemplo, no he comido cerebro jamás, y así soy de lenta.
R y yo teníamos algo en común: el teléfono. Hablábamos por teléfono durante horas, no miento, eran realmente horas. Claro que entonces no había internet ni móviles ni cosas así. Éramos el terror de los teléfonos. ¿Alguien se acuerda de cuando las conversaciones de otros se acoplaban tan facilmente en la tuya? Recuerdo haber mantenido una conversación a tres sin llamar al party line. Qué curioso... Sí, había la típica broma de "nos espían" y demás, el Gobierno interviene nuestra línea... blablabla. Por eso nos gustaba Expediente X.

R de una amiga reciente. A ella a penas la conozco pero estoy en condiciones de decir que es una de las mejores personas con las que he tenido el gusto de hablar/relacionarme. Es buena, así de simple y así de complicado. Es buena persona hasta el final. Una de esas a las que jamás podrías envidiar, odiar o simplemente sentir rencor, porque puedes confiar en ellas hasta la muerte. Sabes que estarán allí, que nada, ni siquiera un problema, podrá alejarlas de tu lado si tú tienes uno. O aunque no lo tengas. Al mismo tiempo, te sientes mejor persona a su lado, como si tú misma mejoraras por el sólo hecho de estar a su lado, apoyarla, o simplemente observarla.
Yo creo que de ese tipo de personas encuentras a un par o tres en toda tu existencia. Yo ya tengo dos en mi lista. La otra hace años que no la veo, pero aún recuerdo su voz y hasta su olor. Pero ella no es R... :-)

Mi última R es un chico. Pero de él no hablaré ahora, porque la mayoría ya le conoceis :o)

P.D: no pongo los nombres por un mera cuestión de timidez :)

domingo, marzo 13, 2005

Cavando fosas

Hay muchas cosas que han muerto hoy por hoy. Por un momento creí que me hundía. Por un momento, pensé que la muerta era yo. Que sería yo. ¿Quién no ha pensado en algún instante, que lo mejor sería cortarse las venas y descansar de este mundo viejo y taimado? Algunos como yo lo hemos pensado alguna vez. No me tiro ningún farol, eso, para los que gustan de destacar y hacerse los románticos.
No obstante, todo ha pasado. Y aprendido dos lecciones muy valiosas: una, saber quiénes son tus amigos; otra, que la muerte siempre puede llegar. Que para morir, hay tiempo. Que es una opción como cualquier otra, una opción egoísta, sí. Pero sincera; no es un grito de socorro tras el velo del victimismo. Es un grito de basta, hasta aquí. A partir de ahora, entraré en otra dimensión, en la que vosotros, y sobre todo yo, no existiré.
Humm... me apetece un poco de hummus fresco, con limón, pan y un té árabe en un vaso de cristal.
La comida rica es una de las razones bonitas por las que vivir. Algo tan cootidiano y a la vez con tantas posibilidades. La comida, costumbre y arte. Una de las pocas cosas que pueden elevarse a lo divino y sucumbir a lo más mundano. Lo otro podría ser el sexo, no? Aunque no es imprescindible para sobrevivir, por mucho que digan. ¿Qué hacemos cuando no tenemos sexo, pues? Comer chocolate. La comida, el cine, y la literatura. 3 cosas para las que seguir viviendo puede ser una experiencia interesante.
Mejor que leer, ver películas y comer, es hacerlo con gente a la que quieres, aprecias, amas. Un placer compartido siempre es más placer. Pero cuidadín con quien lo compartes. Compartir placer siempre es fácil. Compartir agonías... Es curioso. Compartir agonías.
Compartir sufrimiento tiene dos vertientes: una, la persona (o personas) con las que cuentas para superar estos problemas, dos, la persona (o personas) con las que cuentas para que te escuchen y consuelen (cada una a su manera). Es muy difícil encontrar al primer tipo de persona. Sólo las circunstancias pueden convertirla en la que te salve de la negrura; asimismo, por mucho que el segundo tipo de persona tenga buenas intenciones, las palabras, las risas, son importantes. Pero si te encuentras un buen día en una cuneta, necesitas más que palabras para recuperarte.
¡Y qué fácil para el burgués, el intelectual, o el bienintencionado en general, es ofrecerte consuelo, cuando lo que necesitas es sustento! Cuando lo que necesitas no es su compasión, sino sobrevivir. Sobrevivir a la muerte, que te agarra con manos frías por los tobillos.
"Sal. Diviértete. Ríete." dicen.
"Háblanos de ello. Te consolaremos. Somos amigos, no?" dicen.
"Olvídate de todo." dicen.
Bueno, pero es que yo sólo quiero morirme. Olvidarme de todo, sí. Para siempre. Sí, somos amigos. ¿Conoces una forma indolora de morir? ¿Salir? Sí. Hoy saldré por última vez.
Y bueno. Frases del tipo: "no hay para tanto, los hay que están peor, y mira, salen para delante". Eso es como decir: "es un capricho, lo tuyo. Debería darte vergüenza. Hay gente mucho más desgraciada y..."
Sin problemas. Sin ofender, pero.. a mí qué coño me importa? Mi acto es un acto de sinceridad.
Si aún pensara en ello, no lo estaría escribiendo aquí. Porque mi salvación ya ha llegado, y sólo me queda hablar como una especie de mesías de pacotilla sobre mi descenso al microondas de Dante. Y porque no busco consuelo ni palabras vacías. Porque hablar de ello por aquí habría sido un acto victimista e impropio. Puesto que cuando quieres acabar, lo último que quieres es que te convenzan de lo contrario.

Hoy por hoy estoy contenta. He aprendido y estoy tranquila. Ha muerto mi yo oscuro y ya no queda nada. Ahora sólo queda una persona completamente diferente. Sé lo que puedo esperar de cada persona. Sé que, en general, no puedo esperar absolutamente nada.

No me lamentaré nunca más. He podido comprobar la fatuidad de los que se lamentan. El egocentrismo sólo se alimenta a sí mismo. Tiene una serie de satélites que le ayudan a tener cosas para explicar. Es curioso. Yo he sido así. Qué estupidez.

Ayer salí y estuvo genial. Hacía tiempo que no iba a bailar (unas dos semanas), no tenía muchas ganas la verdad, y ayer por fin me animé. ¡Mi corazón! ya está tranquilo. Mi alma, llena de interesantes perspectivas. Mi espíritu... decepcionado. Pero.. tirando, hasta el día que la palme.

Sección de fosas comunes:

No te preocupes, a partir de ahora, seré una bohemia auténtica. Vivir en un barco, tener un portátil y una cámara digital me ayudará. Puedes venir cuando quieras. Haremos un zumo de mango, beberemos en la noche marina y contaremos a los petardos del maremagnum. Y si no funciona, un viajecito cruzando el océano.
Si todo esto falla, y si falla mi alma, ya veremos.

jueves, marzo 10, 2005

Lágrimas de Coca-Cola

Caen oscuras, espesas y dulces. Las sorbes y vuelves a llorar. Crean adicción, sí. Son lágrimas de cocacola.

Hoy ha sid oun día enérgico y desapasionado. He llevado a cabo acciones que, de estar cuerda.. nunca. No he ido al curro. [Por favor, pasen a la cola de "recriminaciones", que es muy larga]. ¿Por qué? Pues no sé. Sencillamente, no me apetecía. Pero nada nada nada. No es ninguna excusa. La excusa será cualquiera. La verdad, es que no tenía ganas. Me quedé con mi hermana hilvanando palabras.

¿Qué les digo mañana? Tendré que inventar algo. O simplemente irme. O... No sé. Les he dejado ahí con un peazo marrón, de cagarse. Pues bueno. Que se caguen, no? Es decir, no me pagan. Que les den. Me piro ya!!!

Hoy, última clase de japonés, hasta después de Semana Santa. Olé, olé... jorl. Falta un montón. Montón de shukudai (deberes y tal) para hacer. Kanji para memorizar, gramática, listenings... Todo genial, la vrdad :) Ayer vi Ringu otra vez y entendí algo. Entre el "desu" y el "sumimasen", algo había... frases incomprensibles que lo mismo serían lenguaje máquina.

Hoy he acabado El conde de Montecristo. Por fin, sí. Por fin. Ahora busco "Marido y mujer", de Collins. Suena a coñazo, sí, pero no. En su momento causó polémica entre las gentes de pensamientos rectos (qué chiste tan fácil), y en el resumen se ve bien por qué.

En fin, qué más? Ah, sí. Desapasionamiento´s. Sí. Es que tengo la risa acartonada. Es decir; en el momento me río y tal. Es todo muy gracioso. Parece que soy feliz. Voy a serlo. Por un instante fugaz casi lo soy. Pero iie, iie. Qué estupidez. ¿Para qué quiero la felicidad, si tengo la poesía? Eso lo dijo alguien muy desesperado, no yo. Yo simplemente me limito a enumerar las causas de mi próxima defragmentación.

Cuando defragmentas el ordenador se queda mucho más limpio, no? Aparentemente por lo menos.

viernes, marzo 04, 2005

La grandeza del Arte

En estos últimos tiempos he descubierto el Arte.
Ya antes me paraba a analizar cuadros, esculturas, películas u obras de la arquitectura. Aunque tenía cierta sensibilidad (supongo que adoptada de mis parientes, que en su mayoría eran artistas o artesanos), no me gustaba ir a exposiciones ni museos; aún hoy me da repelús ir a las bibliotecas y a veces hasta me descubro a mí misma dándome pereza ir al cine.

Sigue pasándome esto de la pereza. Adoro las jornadas interminables de brisa marina, tés helados y libros a medio acabar. Pasar página mientras observas el horizonte, mientras te desprendes de tus problemas y de tu vida cotidiana. Pasar página sin leer, sin prestar atención, sólo divagando en un limbo de placer onanista.

El arte no es placer. El placer que se encuentra comiendo, leyendo, o amando, que enriquece el espíritu, el estómago o el corazón, no tiene mucho que ver con éste. El placer de contemplar una obra de arte, regocijarse en su maravilla y actuar cual chupóptero adoptándola para sí, es un placer estéril y que proviene del mero espectador, de la indolencia y la intelectualidad más vana e inútil. El crítico, el pasivo voyeur que nada aporta al mundo y que sólo vive de la belleza de los demás, es ese gran insensible que, pese a mirarse al espejo constantemente, no reconoce su propia alma. Así somos la mayor parte de la gente. Anodinos, fugaces y fatuos... algunos más felices que otros; algunos más sobresalientes, otros más grises. Pero repetibles e infelices en general.

Hablar de Arte es como hablar del color del cielo. ¿Es el cielo azul? Sí. El cielo es azul. O "no, el cielo parece azul, pero no lo es". No hay una gran Verdad sobre el arte como no la hay sobre ninguna cosa; pero está claro que, por encima de las "cosas", previsibles, inmaduras y materiales, está lo divino, la Belleza en sí misma, indescriptible, imposible de analizar para el ser humano... Y mejor por ello. Así pues pocas cosas puedo decir sobre el Arte, pocas que sean certidumbres, pero como ser mortal y fatuo, tengo mis opiniones y pensamiento.

El arte es dolor.
El dolor de un grito inarticulado. El dolor del parto o de la muerte. Mientras que la muerte sólo es la inexistencia de todo, el arte la convierte en el dolor de una nueva existencia: la de la obra imperecedera. Esa obra que nosotros contemplamos y no podemos comprender. Esa obra... el parto doloroso de un artista. "Crear es como parir", dijo alguien. En una ocasión, hace años, dije que era como vomitar. Vomitar también es doloroso. Aunque el vómito no es muy interesante que digamos. La diferencia entre el artista mundano, y el genio. Pero todos sufrimos.

Que el Arte sea dolor, no implica que la obra tenga un aspecto que cause depresión, o tristeza. Eso no tiene nada que ver. Un cuadro puede retratar una belleza feliz y alegre, una escena candorosa, una pasión desenfrenada, o también la muerte, la enfermedad, o la tragedia amorosa. Todo eso son temas que describen la gran comedia que es la vida humana. Las emociones que despiertan son fugaces y nos vienen espontáneamente a la cabeza, o al corazón. Mas el alma que encierra cualquier obra es, por su propia naturaleza, indescriptible e inalcanzable por el intelecto, o los sentidos. Percibimos, si lo analizamos atentamente, ciertas características. La Venus de Botticelli, con esa expresión en sus ojos, inhumana, divina. Pudo un artista reflejar eso con pintura, una mirada sobrenatural, algo que ni siquiera podríamos imaginar. Es esa mirada equiparable a la Galadriel de Tolkien, que tan difícil era de captar por las descripciones del autor. El autor, un artista mundano, que no llegó a la genialidad. Pero es que hay cosas muy difíciles de conseguir.

La muerte, la muerte del Arte que nos acecha hoy en día, es una de las razones más importantes de que la sociedad actual esté en decadencia. Muerto el dolor, muertos los ideales, mueren la esperanza y la luz de algo mejor.